Foucault, el Panóptico y la Biopolítica
Hay dos conceptos que son centrales en Foucault y en su teoría del poder: Panóptico y Biopolítica. Para el autor el poder no se posee, sino que se ejerce en relaciones no-igualitarias. Está presente en todos los ámbitos de las sociedades, no hay zonas sin poder. En este sentido, se sostiene que toda la sociedad es un complejo de relaciones físicas de poder en donde el Panóptico es la manifestación más acabada de esta nueva forma de control (capitalista) que se materializa en esta máquina que se ocupa de disociar el ver-ser visto. El panoptismo que, es uno de los rasgos característicos de nuestra sociedad: una forma que se ejerce sobre los individuos a la manera de vigilancia individual y continua, como control de castigo y recompensa y como corrección, es decir, como método de formación y transformación de los individuos en función de ciertas normas. Estos tres aspectos del panoptismo —vigilancia, control y corrección— constituyen una dimensión fundamental y característica de las relaciones de poder que existen en nuestra sociedad.
Esta teoría del castigo está subordinada a la posibilidad de castigar, a la existencia de una ley explícita, a la comprobación manifiesta de que se ha cometido una infracción a esta ley y finalmente a un castigo que tendría por función reparar o prevenir, el daño causado a la sociedad por la infracción.
La teoría de Foucault analiza, los micropoderes que circulan en el orden social. Por ello, el pensador francés afirma que todo saber implica poder y todo poder, un saber específico.
Entonces, todo discurso está atravesado por relaciones inherentes de poder y el poder circula.
Es en la escuela donde se enseñan hábitos comportamiento, pedagógicos que tienen como objetivo entregar a la sociedad personas dóciles. Si bien, en la escuela se previene la formación del delincuente, el ladrón, se trabaja por formar personas con saberes sometidos según Foucault.
Las instituciones, como las —fábrica, escuela, hospital psiquiátrico, hospital, prisión— no tienen por finalidad excluir sino por el contrario fijar a los individuos. La fábrica no excluye a los individuos, los liga a un aparato de producción. La escuela no excluye a los individuos, aun cuando los encierre, los fija a un aparato de transmisión del saber. El hospital psiquiátrico no excluye a los individuos, los vincula a un aparato de corrección y normalización. Ocurre lo mismo con el reformatorio y la prisión. Si bien los efectos de estas instituciones son la exclusión del individuo, su finalidad primera es fijarlos a un aparato de normalización de los hombres. La fábrica, la escuela, la prisión o los hospitales tienen por objetivo ligar al individuo al proceso de producción, formación o corrección de los productores que habrá de garantizar la producción. Hay
por lo tanto una red institucional de
secuestro infraestatal que sirve para: convertir el tiempo de vida en tiempo de
trabajo, convertir el tiempo de
trabajo en fuerza de trabajo y
convertir la fuerza de trabajo en fuerza productiva al servicio del capitalismo.
Pero estas ideas coexisten con otras que reconocen que el trabajo no sólo es un “bien útil”, sino también un bien 'digno', es decir, que corresponde a la dignidad del hombre, un bien que expresa esta dignidad y la aumenta, porque “no sólo transforma la naturaleza…, sino que se realiza a sí mismo como hombre”.
Esto va más allá de la plusvalía ( que es injusta), de la retribución por lo trabajado, que no siempre es equitativa, y el hombre en ocasiones es explotado. Sino que:
En mi opinión cuando uno considera al trabajo como un bien digno, no tiene necesidad de ser vigilado, ni castigado por no realizarlo sino muy por el contrario el hombre con vocación disfruta de la tarea que eligió realizar en la vida.